Madrid tiene, dentro de su propio municipio y alargándose por la ribera del Manzanares hasta el de Getafe y el de Rivas-Vaciamadrid, un espacio natural de formidables características. Desgraciadamente nunca ha sido suficientemente valorado por las administraciones, más tendentes a su uso como contenedor de infraestructuras que a su recuperación medioambiental.
Las agresiones a este espacio han sido constantes y muy diversas a lo largo del tiempo, quedando impunes la mayor parte de las veces. Sin embargo, hoy en día, todavía sobrevive un frágil ecosistema, muy rico, testimonio de la selva que un día cubrió orgullosa la cuenca Baja del Manzanares.
Está en nuestra mano evitar su destrucción.
Esta es la naturaleza del Parque Lineal del Manzanares, una naturaleza hostil para quien no la conoce, pero sorprendente y cautivadora para quienes han tenido el placer de acercarse a ella con respeto.
Espacio natural
El Parque Lineal es refugio de un ecosistema de singular importancia
El Parque Lineal del Manzanares es un espacio natural de grandes dimensiones constituido por el parque de Madrid Río, Tramo 1, Tramo 2 y Tramo 3.
Mientras que la importancia medioambiental de Madrid Río es muy secundaria, esta crece conforme avanzamos por cada uno de los tramos del Parque Lineal del Manzanares hasta su fusión con el Parque Regional del Sureste, donde la naturaleza se muestra en pleno esplendor al visitante.
La importancia medioambiental del Parque Lineal radica en el hecho de albergar uno de los paisajes naturales más valiosos y completos de la geografía madrileña, de horizontes cambiantes y de altos contrastes. Geografía que además es hábitat de un gran número de especies, algunas amenazadas, conformando un entramado sorprendente de biotipos y formas de vida en delicado equilibrio.
La intromisión humana en este espacio natural ha sido constante a lo largo de los siglos. Desde la prehistoria el hombre ha transformado el medio introduciendo variaciones para adaptarlo a sus necesidades, o simple y meramente para explotar sus riquezas.
Mientras que en tiempos antiguos tal intervención ha sido sostenible, en las últimas décadas ha llegado a ser, no solo completamente insostenible, sino preocupante y de claros matices destructivos.
Desde la extracción de áridos, actividad industrial que abriera innumerables graveras legales e ilegales en valles y cerros, hasta las modernas infraestructuras –linea de AVE a Levante y canal de remo olímpico– todas han acabado o acabarán con buena parte de la riqueza natural del Parque Lineal del Manzanares si antes no es evitado.
El río Manzanares
Alma natural del Parque Lineal
El paisaje del Parque Lineal del Manzanares que hoy tenemos el privilegio de contemplar, no es un hecho casual, sino el devenir de sucesos geológicos y naturales que durante los últimos tiempos han tenido como protagonista al río Manzanares. De tales sucesos el Parque Lineal es un testigo de excepción, estrecha franja de territorio que aún no ha sido absorbida por la gran urbe o alguna de sus manifestaciones.
Cincelado por la erosión fluvial que hace 5 millones de años provocara el desagüe del mar interior que era la cuenca del Manzanares, aparecen hoy los cerros y terrazas fluviales, Patrimonio estas últimas protegidas por la legislación regional.
Ya en el presente, vertebrado biológicamente por el mismo río, todas las formas de vida que pueblan el Parque Lineal en cualquiera de sus hábitats, por alejadas de él que aparezcan, dependen, directa o indirectamente, del río Manzanares.
Es el río Manzanares el verdadero eje vertebrador del Parque Lineal. Es cerebro, corazón y alma del Parque y ha generado y mantenido todo el sistema biológico del mismo. Pero no sólo eso, todos los sucesos históricos y todo el Patrimonio geopaleontológico que existe en el Parque Lineal está ahí porque también lo ha estado el río Manzanares.
Cualquier cambio en el río, por insignificante y aislado que este sea, supondrá un cataclismo para el delicado equilibrio del ecosistema del Parque, afectando mucho más allá de donde se produjera. Por ello parece imprescindible considerar al Parque Lineal como un conjunto indivisible, como una única cuenca baja del Manzanares que, de ser dividida, sería destruida biológicamente.
El Paisaje del Parque
Horizonte de contrastes repleto de vida
El régimen de lluvias del Parque Lineal del Manzanares, en el centro peninsular, es limitado, debiendo soportar largos periodos estivales en los que la escasez de agua es absoluta. El paisaje se conforma así mayoritariamente por amplios espacios de aspecto hostil, que permanecen amarilleados la mayor parte del año, explosionando es vivos colores durante los periodos de lluvia.
El aspecto yermo de estos espacios es engañoso, siendo el hábitat de especies vegetales y animales de singular importancia. Especies que no existirían de no ser por el río Manzanares.
Es el río, conformado como el único espacio donde abunda agua y humedad todo el año, un vergel allí donde se le deja libre, bañado todo el año por un privilegiado aporte solar. Estas condiciones hacen del entorno del Manzanares un ecosistema fértil, de naturaleza desbordante, que de ser intervenido o modificado por el ser humano acabaría evolucionando con rapidez hacia un solar desertificado, en el que la desaparición de de unas especies haría de otras una invasión que podrían ser más que una molestia para el ser humano.
El paisaje natural así dibujado es el de un campo con horizontes de enormes contrastes, pasando del bosque de galería que puebla el valle del río Manzanares, a los cerros yesíferos de duras condiciones para la supervivencia. Ambos mundos, aparentemente contradictorios, viven en un permanente equilibrio natural y complementario, girando constantemente en torno al río Manzanares, pero de una simetría frágil que necesita ser protegida ante la creciente y voraz intervención humana.