«El mayor descubrimiento del hombre
es el descubrimiento del otro«
R. Kapuscinski
El género Homo, el linaje humano, comenzó su andadura en la tierra hace aproximadamente 2,5 millones de años poblando irregularmente el planeta en forma de diversas especies de homínidos. Pero ¿cómo eran esos primeros hombres con apariencia simiesca? ¿Cuáles habitaron en la región de Madrid? ¿Cómo hemos llegado a ser quienes somos y qué restos quedaron de aquello en las cuencas bajas de nuestros ríos Manzanares y Jarama?
Los yacimientos y los estudios científicos y antropológicos asociados no paran de sorprendernos. Cada poco tiempo un nuevo descubrimiento deja obsoletas las interpretaciones anteriores a la misma velocidad a la que avanza nuestra tecnología. En Burgos, Atapuerca está siendo un buen ejemplo. A pesar de ello, los ancestros de la humanidad continúan siendo un enorme misterio, una infinidad de eslabones perdidos muy complicados de conectar.
La humanidad actual es la única especie superviviente de nuestro género, el génerohomo, «hombre» en latín. Nuestro género es el de los hombres que han habitado el planeta, comprendiendo un conjunto amplio de especies que comenzaron a poblar la Tierra hace unos 2,5 millones de años, poco después de que dicho género homo y el delchimpancé separaran sus líneas evolutivas. El chimpancé es, por lo tanto, nuestro único hermano evolutivo no extinto. No hay hueco para el debate, no descendemos del mono, somos monos, concretamente delOrden de los primates.
Los valles del Manzanares y del Jarama, en Madrid, fueron testigo de esos primeros humanos que llegaron y evolucionaron en Europa. El paisaje de esos valles, muy similar al que hoy podemos ver en sus cuencas bajas no urbanizadas, en Rivas-Vaciamadrid, en Perales del Río o en Arganda del Rey, fue testigo de uno de los hábitats paleolíticos más importantes del continente.
Antes del siglo XX la prehistoria madrileña era prácticamente desconocida. Un becario del Museo de Ciencias Naturales, José Pérez de Barradas, consciente de ello hace incursiones por la entonces periferia de Madrid, recorriendo areneros en busca de restos de nuestro Paleolítico. Junto a él, sus maestros y súbditos alemanes Obermaier y Wernert, son pioneros en realizar los primeros estudios sistemáticos sobre los yacimientos paleolíticos del Manzanares. Podríamos decir que Barradas pone en valor una zona arqueológica de trascendencia mundial.
El comienzo de nuestra prehistoria, desde la aparición del primer Homo, es un asunto sujeto a reinterpretaciones. A día de hoy el Homo habilis es considerado nuestro primer representante. No es trivial, ya que la especie habilis fue capaz de abandonar los árboles y alzarse bípedo, capaz de construir sus propios útiles de piedra, iniciando la más larga de todas las Edades de la humanidad, la del Paleolítico, o Edad de la piedra antigua. Su aspecto tosco esconde unahipercefalización -proporción entre peso del cerebro y del cuerpo- que ha sido clave en nuestra evolución.
Los restos del Homo habilis sólo se han encontrado en ciertas regiones de África, continente donde surge el linaje humano. El valle del Rift es testigo de la aparición de las primeras especies de nuestro género, que terminarán por extenderse a Asia y Europa.
Las teorías más antiguas colocaban al hombre moderno al final de una única linea evolutiva en la que cada eslabón era un paso superior hacia el sapiens, una experimentación natural en constante mejora hacia la perfección, hacia el hombre actual. Tales visiones antropocéntricas han quedado desterradas en favor de otra, de múltiples ramas – o géneros- y de especies distintas que incluso llegan a convivir y quizás a competir. En ese árbol de la vida sobre la tierra nace nuestra rama hace 2,5 millones de años, la del género Homo, donde florecieron y se marchitaron cada una de nuestras especies.
Todas esas especies fueron extinguiéndose por razones que la ciencia no ha terminado de explicar, dejándonos como los únicos representantes de nuestro género. Nuestra inteligencia superior no ha sido exclusiva, y no explica por sí misma este hecho. El neandertal, un hombre que habitó Europa mucho antes que nosotros, fue una de las últimas especies Homo en desaparecer de la faz del planeta. Tenía un cerebro superior al sapiens y compartió hábitat con él, poblando los valles del Manzanares y Jarama ¿Cuál fue la razón de su extinción? ¿qué manifestaciones nos dejaron?
En estos artículos veremos quienes eran y cómo vivieron esos arcaicos humanos. Veremos por donde pasaron en Madrid y como convirtieron las riberas de Manzanares y Jarama en una zona predilecta para vivir. Los dejaremos atrás, inmersos en el mar de dudas de su propia extinción, para terminar de atravesar la prehistoria junto a su único superviviente, el sapiens, que terminará dominando la naturaleza en el Neolítico y conquistando todo el planeta como ninguna otra especie Homo fue capaz de hacer.
De ellos, de nosotros mimos, sabemos algo que nos pudo diferenciar competitivamente y que deja un mínimo rastro arqueológico: nuestro comportamiento simbólico. Nuestra capacidad de abstraer, de crear conceptos e ideas para manipularlas con nuestra mente. El leguaje, el arte, los ritos o la ciencia son manifestaciones de ese comportamiento simbólico que trasciende lo cognitivo.
Volviendo a nuestros ríos Manzanares y Jarama, cuyas cuencas bajas habían sido despreciadas y abocadas a ser enorme escombrera, esconden un tesoro arqueológico de enorme importancia. Hoy gran parte de su extensión está protegida legalmente por el parque natural del Sureste, mientras que otras, pertenecientes a los tramos 1 y 2 del Parque Lineal del Manzanares, continúan en vertiginosa y negligente degradación.
Ambos ríos, cuna de los albores del hombre y capital prehistórica de la región madrileña, conservan además un paisaje único, directo heredero de aquel cuaternario que vieron esos primeros humanos. Ese paisaje, que tenemos hoy el privilegio de poder contemplar, será el mejor escenario para estos capítulos sobre nuestra prehistoria.