En los últimos años y a lo largo de nuestros paseos por el área comprendida entre el tramo final del Manzanares y la línea del Tajo, jamás ha dejado de sorprendernos la gran cantidad y variedad de cuevas encontradas.
Cuevas de diversa morfología, enclavadas en lugares dispares, que despiertan la curiosidad y obligan siempre a hacer un ejercicio de reflexión en cuanto a su posible origen y datación.
En este artículo recorreremos algunas destacables del Parque Lineal, estudiando someramente su tipología e historia y abriendo así un nuevo tema de estudio del que todavía no se ha dicho todo.
Estamos refiriéndonos a las cuevas artificiales talladas en escarpe o en llano, aparte de algunas de origen natural en las que también puede observarse alguna remoción sobre su estructura original.
Guía fundamental para la interpretación de estos restos ha sido una meditada lectura del estudio pionero que sobre las mismas publicara en 1998, el arqueólogo Dionisio Urbina, con el título de Cuevas Artificiales del Hierro II en la Cuenca Media del Tajo.
Se ha observado la proliferación de estos conjuntos excavados en los escarpes alzados en torno a poblados en espolón y espolón con barrera, datables en torno al Hierro II a juzgar por los restos cerámicos encontrados.
Pero su reutilización y transformación funcional ha ido más allá de este período concreto (s.V-s.III a.C.) alcanzando el uso de algunas hasta la actualidad, pasando por los períodos intermedios: romano, altomedieval, bajomedieval y moderno, según ubicación y vicisitudes históricas acontecidas en el entorno.
Por hacer una elemental clasificación, podríamos establecer un cuadro de tipologías en cuanto al modo de aparición (aisladas o formando grupos), como:
a) Cuevas aisladas en altura, sobre escarpe.
b) Conjuntos de cuevas en altura, sobre escarpe.
c) Cuevas aisladas en llano, o pie de monte.
d) Conjuntos de cuevas en llano, o pie de monte.
Tipologías que según el área donde aparecen y su posible uso, enunciaríamos como:
1) Asociadas a poblados y recintos amurallados en espolón y espolón con barrera.
2) Asociadas a explotaciones mineras, ganaderas o agrarias (galerías, establos, apriscos, bodegas, silos).
3) Asociadas a viviendas en ámbitos periurbanos (uso como infravivienda).
4) Asociadas a frentes de guerra y escalones de reserva (campamentos).
Pasamos a la descripción de algunas de las existentes en nuestro ámbito de actuación, a fin de mostrar ejemplos de las categorías señaladas.
Poblado de la Gavia
En torno a este poblado carpetano, excavado hace una década, aparecen dos tipos de cuevas: La cueva natural que se abre en la base del cerro, Cueva de la Magdalena, y las cuevas artificiales que se observan en los accesos norte y sur además de las que han quedado abiertas al exterior en el escarpe, tras el perfilado de talud practicado con motivo de las obras del FC. de Alta Velocidad.
La Cueva de la Magdalena ya explorada por Obermaier, Wernert y Pérez de Barradas en los años 20 del siglo pasado, fue utilizada durante la guerra civil y la postguerra por la población civil. Usada desde la remota antigüedad según los restos encontrados, se encuentra enormemente antropizada en su interior y ha sufrido algún derrumbe.
En las otras cuevas vemos claras diferencias entre las de origen carpetano y las practicadas con motivo de las obras de fortificación para la Defensa de Madrid efectuadas entre 1936-1939 a lo largo de los cantiles de la margen izquierda del río Manzanares hasta su confluencia con el Jarama.
Unas presentan una disposición funcional con los dos accesos al poblado, conservando aún piletas excavadas en la propia roca; en tanto que las cuevas de la guerra consisten en nidos de ametralladora subterráneos con aspilleras abiertas a los escarpes, bases de apoyo para las máquinas, y uno o dos túneles de acceso desde zonas traseras no batidas, o desde las mismas trincheras.
Otro tipo de cuevas de la guerra son los vivaques o excavaciones hechas tras las líneas defensivas, a resguardo, donde hacer la vida campamental, fuera de los centros tácticos o nudos de resistencia organizados.
Centros de resistencia que se componían de red circular de trincheras, puestos de tirador, zanjas de evacuación, almacenes, polvorines, refugios contra artillería y aviación, y puestos de mando y observación. Todo adaptado a las necesidades de la defensa y a las características del terreno.
Las más próximas a las ciudades, fueron reutilizadas casi en su totalidad como infraviviendas en los años de precariedad de la postguerra, y reacondicionadas con puertas, tabiques, chimeneas u otros elementos que ayudaran a paliar las incomodidades de este tipo de hábitat.
Aún a finales de los años 90 hemos encontrado mobiliario y restos de comida en el interior de alguna de ellas.
Cueva de la Olmeda
Citamos esta cueva según la nombra el Fuero Viejo de Madrid (1148-1202), en su apartado De Exidos et Entradas: Et alia al bado Arenoso de la Torre de Auen Crispín, usque a la Coua Olmeda.
Se ubica sobre el cantil a espaldas del caserío de Perales, pasado el río; conocida como Cueva de la Bruja por los mapas modernos, y confundida con la Cueva de la Magdalena por un equipo espeleológico que actualmente explora y cartografía las cinco grutas naturales halladas en la zona.
Se halla al borde de un simple cerro sin características de espolón defensivo, sembrado de cerámicas del Bronce y Hierro I-II, y presenta trazas de varias remociones a partir de su contextura originaria de cueva natural. Se observan restos de varias piletas talladas en la roca y rebajes y entalladuras de toda índole, además de las aspilleras y accesos practicados durante la guerra civil para usarla probablemente como puesto de mando avanzado del sector, según analiza Jacinto Arévalo en su último trabajo sobre las obras de fortificación en el Sur de Madrid.
Existe un curioso epígrafe grabado en la roca, hecho por los soldados de la República, algo más allá de una segunda cueva natural aledaña, también de grandes proporciones y con restos de piletas talladas.
Además de las excavaciones campamentales practicadas en los alrededores, al fondo de pequeños vallecillos a resguardo de la línea defensiva de los cantiles y fuera de alcance de los disparos directos desde las posiciones contrarias del Cerro de los Ángeles, podemos observar un numeroso conjunto de cuevas abiertas en una cantera de extracción de arena u otros materiales, que formarían parte del grupo denominado al principio, de explotación minera.
Existe un conjunto agropecuario de viviendas con corrales, horno de pan, y otros recursos, denominado Casas de Murcia, donde ciertas cuevas integradas a él podrían considerarse como silos o bodegas (caso similar al de Casa Alta de Salmedina o a las propias bodegas de La Aldehuela).
Cueva de Salmedina
A un kilómetro escaso de las Casas de Salmedina, en dirección SE, encontramos una cueva aislada, que conserva aparentemente todas las trazas de haber sido una cueva artificial de uso agropecuario.
Como si en época medieval, cuando este territorio se configuró como dehesa ganadera del común de Magerit-Mayrit (ár.: Fash-Al-Madinat) se hubiera practicado en el terreno un refugio de ocasión al tiempo que modesto establo.
Con la boca de acceso hacia el Sur, su traza se compone de una estancia principal alargada excavada en el desmonte de un leve cerrillo, con tres aberturas simétricas de reparto a cada lado, rematadas con piletas o comederos excavados en la misma roca, a modo de pesebre.
Se observan en su perímetro interior unos mechinales excavados casi a ras de suelo que asemejan puntos de apoyo de una tarima flotante, posible aislante de la humedad del terreno, así como un espacio a la entrada habilitado como hogar con chimenea excavada, y adintelado para encajar portón de cierre.
Ubicada entre las dos líneas del frente bélico 1936-1939, pudiera haber tenido uso tanto entonces como en la postguerra.
Se ha observado también en una ladera próxima, algo más abajo de una casilla ruinosa de vigilancia, existente, cierto acúmulo de restos cerámicos de época protohistórica que quizá ayudaría a atar cabos sobre los orígenes de esta cueva y su posible relación con un yacimiento de fondos de cabaña.
Cueva de Casa Eulogio
Subiendo cantil arriba desde el Barranco del Corral topamos con una cueva abierta al escarpe, que conserva toda la traza de haber tenido origen natural, siendo reocupada desde tiempo inmemorial. Cuenta además con un ventanal excavado en la parte trasera y quedan trazas de tabiquería interior.
Por su proximidad al poblado carpetano de la cota 591, alzado sobre el cantil del Pronunciado, junto al Barranco del Estrecho, cabe asignarle un origen protohistórico además del uso continuado comentado.
Cuevas de Cuelga Mures
En este despoblado madrileño del Sexmo Vallecano, encontramos varias cuevas con piletas talladas en la roca a pie del propio cantil, tanto fuera del despoblado como en su interior, solapado al Barranco de Cuelgamuros.
Quedan en la actualidad restos de muros de viviendas montados sobre la pared rocosa, y las cuevas o pesebres tallados bien pudieron ubicarse al fondo de las mismas, quedando hoy día al descubierto tras la desaparición de aquellas.
Este despoblado era el más meridional del alfoz madrileño en esta parte, lindando con Alvende, de la Tierra de Segovia.
Un meandro del Jarama actúa con el cantil de linde divisoria, en tanto que monte arriba dejó Fernando III (1239) su impronta de 42 mojones, a partir de la Torre Rubia y hasta Yeles.
Cuevas de Alvende
Este despoblado segoviano tiene su origen en un poblado en espolón que se alza en el cantil sobre el río Jarama. Hay restos de varias cuevas, algunas denominadas Cuevas de Luis Candelas, homólogas de las desaparecidas Cuevas de los Migueles, utilizadas en época del bandolerismo decimonónico como lugar de cobijo luego de asaltar viajeros y diligencias en el Camino de las Cabrillas, antiguo camino de Valencia.
Otras cuevas parecen practicadas para extracción minera. Los restos cerámicos encontrados abarcan períodos tanto protohistóricos como históricos, testimoniando ocupación romana, árabe y cristiana.
Se pueden observar una serie de tajaduras excavadas en el cantil formando rampas de acceso hacia la acrópolis del poblado que también dispuso de arrabales en la vega, junto al lugar en que hoy se alza la Casa de Compuertasde la Real Acequia del Jarama.
Cueva del Descansadero de Cuniebles
En el cerro inmediato al despoblado de Cova Nubdes-Covanubles, aldea madrileña de la repoblación, a partir de 1085; excavada en un escarpe de poca altura, levitando sobre los carrizales del Arroyo Culebro y la Senda Galiana, se halla esta histórica cueva.
Su estructura la forman tres oquedades similares adosadas formando un conjunto trialveolar que guarda perfecta simetría.
Se accedía por dos estrechos pasillos tallados sobre el cantil, a ambos lados, -uno de ellos recientemente despeñado-, que facilitaban la defensa al tiempo que la altura de la cueva permitía controlar toda el área del vado fluvial y descansadero ganadero.
La cerámica hallada nos permite datar ocupaciones desde el Bronce, Hierro, hasta época medieval.
La Mesta utilizó este Descansadero, un hito más en su Cañada Riojana, que también fuera escenario de pugna y desavenencias entre repobladores segovianos y madrileños.
Campamento de Titulcia
Próximo a la bifurcación de carreteras que desde Tiltucia enlazan con Chinchón y Morata, en un corto y estrecho vallecillo se abre un conjunto de cuevas de las utilizadas como campamento militar próximo a la línea de fuego por tropas republicanas en situación de descanso o en los momentos más críticos, para relevo o reserva.
Mención expresa de él, hace Jacinto Arévalo en uno de los capítulos de su último libro, Rutas por el Frente Sur de Madrid; excepcional esfuerzo compilatorio y descriptivo de la obra defensiva militar desplegada por estos campos en nuestra última contienda.
Aparentemente son similares a otros conjuntos que podemos encontrar a retaguardia de la línea del frente, en cualquier lugar apto para estos fines, fundamentalmente bien comunicado a efectos tácticos y a resguardo de la observación enemiga.
Pero en este caso, nos aguarda una sorpresa. Algunas de ellas presentan una serie de elementos arquitectónicos fuera de lo común para este tipo de construcciones: columnas, arcos, capiteles, hornacinas, que nos hacen dudar a la hora de datarlas.
Hemos pensado que los soldados-constructores pudieron sentirse inspirados, artísticamente hablando, en su tarea. O que en los años posteriores de postguerra se ampliaran y embellecieran con tales ornamentos para su uso como cuevas-vivienda. E inclusive, que algunas de ellas pudieran datar de épocas anteriores, medieval o protohistórica.
Más el lugar no parece guardar características concordantes con los modelos aludidos para el Hierro II, ni tan siquiera el enclave ofrece aparentemente condiciones de habitabilidad, al margen de necesidades de guerra.
He aquí un interrogante que viene a trastocar también la interpretación hecha sobre otro conjunto rupestre, ubicado poco más al Sur, junto a las Salinas de Espartinas, que vamos a tratar.
Salinas de Espartinas
En el entorno de estas Salinas de larguísima tradición histórica, se presentan varios conjuntos de cuevas de uso campamental, también republicano, entre los que destaca particularmente la hilera de excavaciones del margen derecho del Arroyo de Espartinas, pasadas las minas-galería, aguas abajo.
Aquí se pueden encontrar cuevas con arcos labrados en forma de herradura; hornacinas que parecen orientadas a la alquibla, cual oratorios rupestres; túmulos de roca labrados como para asentar cadáveres, a modo de hipogeos. Todo en un paraje que ha contemplado el paso de una vasta secuencia de civilizaciones.
Otras cuevas se abren poco más allá, junto al Arroyo de Valdelachica o al de Valle Grande, pero ninguna comparable a éstas.
¿Serían los artífices del campamento de Titulcia también autores de estas obras tan peculiares?
¿O han sido tal vez las sucesivas reutilizaciones a lo largo de la Historia las que nos han legado este enigmático sedimento de contradicciones?
Se hace normal encontrar cuevas abovedadas en forma de arco ojival apuntado (v.gr. Villapalomas, Valdelascasas) en áreas relacionadas con poblados en espolón-Hierro II; pero el uso de arco de herradura constituye otra sorprendente novedad.
Al margen del tema; un par de cuevas aisladas, de origen natural, casi abrigos rupestres, en el ámbito de Arroyo de Valle Grande, captan sobremanera nuestra atención.
Ambas son cronológicamente anteriores a las comentadas; quizá de uso prehistórico, cuando en estos valles con enormes recursos para sostener una existencia basada únicamente en la recolección de frutos y en la caza, se movían pequeños grupos de humanos trashumantes.
Una de ellas alzada sobre un escarpe en valle colateral, y la otra abierta sobre una pequeña elevación, junto al arroyo, conservando aún las quicialeras que posiblemente le tallaron en época medieval para dotarle de portón; mantienen firme su aporte al enorme bagaje histórico y culturalque pesa sobre las espaldas de estos confines.
Tras este breve repaso, dejando de soslayo otros importantes conjuntos algo más alejados de nuestro radio de acción, El Cerrón, El Castellar, Villapalomas, Oreja, Los Castrejones, Arroyo Mingorrubio, Risco de las Cuevas, Cerro de los Mártires, El Salitral, Cerro de las Cuevas, Camino de las Cabezuelas, y los numerosos conjuntos de tipo castramental aludidos; cabe volver a las tesis del inicio, recapitulando, a modo de conclusión:
1º) La forma y ubicación de las cuevas artificiales son factores fundamentales para desmarcar su origen e intemporalidad de uso; desde las más elementales: silos-pozos, hasta las más complejas: cuevas-vivienda, refugios de agricultor, cuevas de ermitaño, establos, palomares, apriscos ganaderos; incluyendo las criptas, santuarios y cuevas fortificadas.
2º) El enigma de los elementos arquitectónicos aparentemente contradictorios encontrados en algún conjunto de cuevas artificiales no es sencillo de resolver; y su interpretación puede oscilar desde tildarlos de caprichosa obra historicista, fuera de época y lugar (Campamento de Titulcia), hasta justificar tal yuxtaposición de elementos como azaroso colofón de una secuencia de culturas acontecidas en su entorno (Cuevas de Espartinas).
No queda otra opción, en tanto que no descubramos otros modelos de interpretación o comparación más en firme.
Animamos desde aquí a seguir en esta búsqueda.
Buen trabajo de catalogación de cuevas. Afortunadamente ya no se usan como infraviviendas, ahora toca buscar los secretos que esconden.
Muy interesante y documentado, hay material suficiente para hacer una investigación bastante seria.
Muy buen trabajo ,despues de tantos años se siguen encontrando fragmentos de las bombas muy cerca de la magdalena.¿Existiria posibilidad de hacer la ruta de la magdalena con algun grupo de espeleologia?
Ángel, un trabajo muy bien estructurado. Se nota que sientes y conoces la historia. Excelentes imágenes también.
Enhorabuena.
Hola Ruben.
Alguna vez hemos estado en contacto con grupos de espeleólogos, pero no hemos podido coincidir y por lo peligroso de adentrarse, es preferible hacerlo sobre seguro.
Los fragmentos de bombas realmente existen en todo el Parque Lineal, desde VillaVerde hasta Rivas. Cierta vez nos comentó Valero Pascual que sacó una bomba de aviación entera de las tierras de labor…
Esta mañana comentó alguien tu articulo y quiero felicitarte por el mismo, me ha encantado, es interesantísimo.
super interesante, tanta história y tan cerca ¡y cuanto desconocimiento!
Gacias por el esfuerzo
Animo
Las trabajadas cuevas que sitúas cerca de la cañada real Galiana me recuerdan a algunos refugios del lado republicano del frente del río Perales, en Zarzalejo, cerca de El Escorial, donde la estabilidad del frente en esa zona permitió hacer auténticas obras de albañilería fina.
Me encanta vuestros articulos de investigacion, me parecen interesantisimo y de hecho a traves de vuestra pagina, he intentado averiguarlas por la zona en alguna caminata, y si he visto cuevas y trincheras por la zona de Rivas.
Gracias y seguir haciendo esta estupenda labor. Rosa
Aún no he visitado los refugios que nombras, Pablo; pero creo recordar, que a la entrada de Fresnedillas, al otro lado de esta línea del frente, los fortines rupestres presentan una serie de formas caprichosas, que van más allá de lo puramente funcional para abrigo y defensa, incorporando ciertos elementos de otro orden, que pudiéramos decir, artístico; como dos discursos contradictorios y solapados que trataran de rebatirse en medio de aquel disparate colectivo.
Sus artífices alzaron algo con lo que quizás, sin siquiera advertirlo, daban otro sentido a la existencia.
Toda creación artística comporta para los sujetos una búsqueda esencial, un afán común por simbolizar eso que se arrastra del mero hecho de existir.
Función de sublimación, de elevación, en lenguaje freudiano.
Para el análisis más profundo de alguna de las cuevas artificiales aquí tratadas quizás habría que aplicarle esta óptica a la hora de hacer más conjeturas sobre sus formas y sus finalidades.
Pongo por ejemplo, esas cuevas aisladas en escarpe, inaccesibles, solitarias, perfectamente talladas, de tres cuerpos. ¿Acaso no pudieron encerrar un espacio sagrado, una cripto-tumba, un algo esencial descolgado al borde del poblado?
O, aún dentro de la esfera doméstica, suponiendo un uso cotidiano de ese espacio, ¿qué pudieron representar en la noche de los tiempos, en la primera edad de los metales, las tres concavidades simétricas y diferenciadas? ¿Qué quieren decir esas bóvedas ojivales que encontramos del mismo período, cuando aún restaban muchos siglos para el florecimiento del arco gótico?
Hay una repetición que se mantiene y no es obra del azar. La forma arquitectónica ha añadido un valor al simple espacio funcional, que es lo que hay que descubrir.
Gracias a todos por vuestro interés.
Un placer poder disfrutar de este interesante documento sobre el enigma de estas cuevas del entorno del PLM. Felicidades al autor, un pozo de sabiduría del que no sólo salen conocimientos sino también mucha pasión.
Un saludo
Visitándoos de nuevo.
A propósito de cuevas… hace unos días me comentó uno que, hace pocos años, aún, apareció un tanque ¡sí, tanque!
Me sonó extraño ¿tenéis inf. al respecto?
Abrazos: PAQUITA
Hola Paquita!
Un tanque?! Me cuesta trabajo creerlo. Serían piezas codiciadas durante la eterna posguerra y el hambre que nos azotó. Con la chatarra de un carro de.combate comeriqn varias familias.
No te sonará un coche? Porque uno so que existe…
http://paqquita.blogspot.com.es/2013/09/el-enigma-de-las-cuevas-artificiales.html
A los 7 meses de publicación aquí… voy yo, y me descuelgo.
Precioso trabajo. Buen día muchos días
PAQUITA
Hola Angel,
Soy Alicia Gallán y he tropezado con tu artículo sobre Cuevas Artificiales que me ha parecido muy interesante. Me animo a escribirte porque en los alrededores de Huesca existen una serie de cuevas excavadas con un diseño interno similar al útero femenino. Estoy investigándolas desde hace años y lo sorprendente es que no he conseguido localizar ninguna fuera de la provincia de Huesca
Me pregunto si has localizado alguna cueva con este diseño y si existe alguna investigación sobre su origen. Espero que podamos apoyarnos mutuamente en nuestros estudios.
Muchas gracias por tu atención, saludos
Alicia Gallán. más info en http://www.larutadelafertilidad.blogspot.com.es
Las interpretaciones en Arqueología, Arquitectura, Antropología o cualquier otra rama del saber, deben hacerse con la debida cautela para evitar falsas conclusiones , cuando no meras proyecciones de nuestro deseo.
Tanto las formas arquitectónicas o constructivas, como las representaciones escultóricas o pictóricas descubiertas en abrigos naturales, cuevas u otros yacimientos, podrían entrañar posibles respuestas a problemas insondables para sus moradores, inmersos en un elemental sistema cognitivo, sin solución aún para fenómenos tan inexplicables como el misterio de la concepción o la fertilidad, pero con capacidad creadora suficiente como para generar las formas artísticas, con el alto grado de abstracción, que contemplamos.
«La Cueva», como lugar de hábitat, colma in extremis la búsqueda genérica de seguridad y amparo, que inconscientemente podemos retrotraer hasta el mismísimo momento de la etapa fetal de los sujetos, cual añoranza de un paraíso perdido, previo a la entrada en el mundo de la palabra o del conflicto, tras el momento del alumbramiento y la subsiguiente socialización.
Pero la relación de ciertas formas arquitectónicas con formas anatómicas aún por entrever científica o culturalmente, como sería la cavidad intrauterina, no deja de ser un tanto arriesgada para culturas tan primitivas, normalmente limitadas en sus representaciones a los signos corporales externos más visibles, el falo, la vulva, los senos, a través de esculturas, idolillos y amuletos, así como las variadas formas de representación gráfica rupestre.
Es una opinión.
Increíble vuestro trabajo, ayer mismo estuve grabando las cuevas y no me esperaba tal cantidad, no me dio tiempo ni a ver la mitad.