Resumen: Primeras conclusiones de las actuaciones llevadas a cabo por un equipo de arqueólogos entre los años 2015 y 2022 en los cerros de La Marañosa, dentro del término municipal de San Martín de la Vega, Madrid, mediante la prospección intensiva y la aplicación de tecnología LiDAR, utilizada en levantamientos topográficos, desvelando la existencia de dos yacimientos independientes datados entre los siglos V-VII y X, respectivamente.
ANTECEDENTES
Corría el mes de junio del año 1980, cuando la arqueóloga Magdalena Barril Vicente, arqueóloga y profesora de la UCM, guiada por el alcalde de San Martín de la Vega, J.L. Vállega Fdez., junto con el archivero de esta localidad, Federico Glez. Couto, se encaminaron hacia el cerro rematado en espolón situado dentro de los terrenos militares de la Fábrica Nacional de Productos Químicos de la Marañosa, entre el Barranco del Toro y los cantiles yesíferos que se alzan sobre la ribera derecha del Jarama apenas rebasada la denominada Junta de los ríos y la Presa del Rey, que encabeza la Real Acequia del Jarama.
Sólo se sabía que aquel paraje guardaba un enorme depósito de trozos de cerámica de diversas épocas históricas, abarcando desde la Edad del Hierro hasta la Edad Media, ya que las características del enclave ofrecían todas las ventajas de un lugar elevado, apto para la defensa, al borde de una corriente de agua caudalosa y de unos terrenos fértiles apropiados para la explotación agrícola y ganadera, principal garante de la subsistencia. Un enclave privilegiado inserto en las primitivas redes de comunicación que utilizaban el cauce de los ríos y en la caminería romana patentizada en sus calzadas, además de punto de observación y control de paso por el territorio.
El resultado de la prospección visual quedó reflejado por Magdalena Barril en la memoria publicada en los Anales del Instituto de Estudios Madrileños (1982), sin adentrarse en mayores detalles, pero anticipando que al menos desde época romana y tardorromana hasta época medieval tardía, hubo un asentamiento humano continuado reflejado en su temporalidad por los numerosos restos cerámicos dispersos por la meseta del cerro.
Tres décadas después, un nuevo acercamiento se produjo entre 2015-2016, cuando un nuevo proyecto de investigación de la Universidad Complutense de Madrid abrió la posibilidad de dimensionar y valorar tanto la extensión del yacimiento como su potencial de restos históricos, culminando este proceso entre 2021-2022 con la documentación topográfica del mismo, aplicando tecnologías de vanguardia, como es el sistema de teledetección LiDAR del Instituto Geográfico Nacional.
En este artículo vamos a tratar de exponer resumidamente las conclusiones iniciales de estos trabajos, a falta del trabajo de campo que habrá de practicarse en años venideros con la excavación y datación arqueológica más en profundidad del lugar.
1.ª FASE DE LA ACTUACIÓN
Como ya ha quedado expuesto, entre 2015 y 2016, se llevó a cabo la prospección sistemática del yacimiento, consistente en la recogida minuciosa para su datación de restos cerámicos, vítreos o de cualquier otro material, dispersos por la superficie del páramo. Parte del resultado de estas labores fue publicado por Javier Martínez-González en III Actas de las Jornadas de Jóvenes Investigadores en Arqueología, 2018, con el título: «Vidrios tardoantiguos de La Marañosa».
De igual modo, en el XIII Congreso Internacional sobre Cerámica Medieval y Moderna en el Mediterráneo, Granada, 2021, este mismo arqueólogo et al., publicó «Caracterización arqueométrica de cerámicas procedentes de La Marañosa».
Las Actas del V Congreso Internacional de la SECAH, 2022, págs.503-512, recogen la siguiente ponencia: «Sigillatas mediterráneas tardoantiguas en un yacimiento madrileño: La Marañosa»; de L.C. Tovar Juan, J. Martínez-González, A. Martínez y P. Gutiérrez de León.
Con esta primera actuación quedó determinado el marco temporal en el que estos cerros sostuvieron un poblamiento continuado antes de su desaparición o traslado a otros puntos geográficos.
Aparte de los restos materiales, muestra inequívoca de la existencia de un hábitat, poco más se conocía del lugar: El topónimo Obendi. Una cita de 1085 tras la conquista de Toledo, por el rey Alfonso VI, donde se cita Albende como una de las poblaciones recién adquiridas por la Corona. Y la cita expresa que el Privilegio real de 1239 de Fernando III hace de Aluende, como aldea segoviana.
Ante la inexistencia de fuentes epigráficas directas, halladas in situ, sólo las fuentes escritas pueden orientar a los investigadores además de la toponimia, como ha sido este caso.
Pero la investigación ha apuntado a un más allá, conduciendo al descubrimiento de que no se trata de un solo enclave, sino que existieron dos enclaves independientes, física y temporalmente, sin conexión entre sí.
Arqueológicamente se observa la existencia de dos asentamientos en dos oteros adyacentes separados por una vaguada o barranquillo posiblemente reexcavado.
El más septentrional y extenso es de ocupación tardoantigua, entre los siglos V-VII, período inmediato a la desocupación romana de la Península, antigüedad tardía.
El meridional es más reducido, en el extremo del propio espolón coronando la mayor elevación del mismo, defendido por barrancos a los costados. Ocupación andalusí del siglo X, período emiral por los restos encontrados.
La propuesta del equipo de arqueólogos ha sido denominar este asentamiento como el Albende de las fuentes escritas, y como yacimiento de La Marañosa al anterior. Entre ambos se abre una franja temporal de casi dos siglos de desocupación.
2.ª FASE DE LA ACTUACIÓN
A pesar de la escasez de restos constructivos notables o de alzados significativos en superficie, la dispersión de los mismos ya apuntaba a adscribir ciertas proporciones al entramado de los asentamientos. La aplicación de modernas tecnologías ha venido a confirmar la extensión e importancia de los mismos.
Partiendo de los datos que ofrece el Instituto Geográfico Nacional y mediante el uso de escáneres láser aerotransportados (tecnología LiDAR), se han llevado a cabo unos levantamientos topográficos descriptivos de la trama urbana que constituyó cada uno de estos asentamientos. Tras un complejo proceso, analizando nubes de puntos, localizando alineaciones rectilíneas e incorporando restos visibles, se ha logrado reconstruir una planta de cada asentamiento apreciándose desde los cierres perimetrales hasta las posibles vías de comunicación internas, dándonos en conjunto una imagen de la configuración espacial de ambos yacimientos.
En los Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, CuPAUAM 49(2):241-261, se ha publicado el artículo que recoge esta actuación, firmado por Cebrián Fdez., R., Hortelano Uceda, I., Retuerce Velasco, M. y Martínez-González, J., (2023): La Marañosa-Albende: Asentamiento encastillado tardoantiguo y hisn andalusí. Resultados de la aplicación de la tecnología Lidar a la prospección arqueológica.
EL ASENTAMIENTO TARDOANTIGUO
Este núcleo de construcciones se encuentra en el páramo con cierta pendiente que limita a poniente el barranco del Toro y a levante la ribera derecha del Jarama, cerrando el espacio dos barranquillos o vaguadas a norte y sur.
Las construcciones aparecen de mampostería irregular aparentemente sin argamasa, rodeadas por una cerca defensiva que se adapta al terreno y formando grupos que parecen dejar entrever la existencia de un sistema viario interno y algún eje principal de circulación.
La muralla, o más bien, cerca defensiva, es de mampostería en seco de una anchura que pudiera estar cercana a los 2.00 metros. Cubre la franja de istmo del asentamiento con los posibles accesos y carece de puntos fuertes o torreones de defensa. Se podría deducir que actuaría como cerca de franqueo de paso e inclusive de cerca del ganado.
El análisis de material cerámico manifiesta el carácter tardoantiguo además de una intensa ocupación al menos entre los siglos IV y VII. Se hallan diversas producciones de Terra Sigillata Hispánica, Terra Sigillata de imitación, Terra Sigillata Africana, Terra Sigillata Focense, cerámica estampillada, cerámicas locales comunes, etc. Algunas de gran singularidad o rareza.
EL HISN ANDALUSÍ
El asentamiento inmediato, situado al sur y bordeado por el barranco del Toro y ribera del Jarama, se alza en el extremo más elevado del espolón quedando separado del páramo amesetado del mismo por un barranquillo tal vez modificado antrópicamente para acentuar su carácter de foso natural.
Aquí las construcciones mantienen cierta regularidad en sus alineaciones y se extienden cerrando el paso en torno al punto más elevado donde se enarbolaría el castillejo, una pequeña edificación defensiva almenada.
La regularidad en proporciones y trazado a escuadra de las edificaciones puede darnos idea de que hubo una planificación inicial con apoyo de proyectistas y agrimensores en el levante inicial de terrenos, por lo que Albende respondía a una fundación ex-novo inserta en el plan defensivo que se desarrolló en la Marca Media andalusí, cubriendo sus corredores estratégicos en prevención de ataques desde los reinos cristianos del Norte y reforzando los centros militares y de poder frente a las frecuentes sublevaciones internas encabezadas por los muladíes y mozárabes toledanos. Estrategia promovida por el emir Muhammad I, constructor del alcázar en torno al que surgirá Mayrit, así como los husun de Qanilaso Qunilus, Walmus, Ribas, Alboer, Valderradela, Cervera, Alarilla, Talamanca, Q’alat Abd al Salam, Qalat Jalifa, y el sistema de atalayas-torres defensivas que se extiende por la Sierra madrileña, cubriendo en su conjunto los accesos a los puertos de Somosierra, Fuenfría y Paramera así como las vías fluviales de los afluentes del Tajo.
La datación del yacimiento se ha basado en los restos de cerámica encontrados, pertenecientes en su mayoría a época califal y taifa, con escasos restos de cerámicas romanas o tardorromanas.
Se observa la presencia de ataifores, platos y jofainas. Cerámica de pastas claras o pardas y cerámica vidriada de tono melado o melado verdoso con sus decoraciones en negro o verde formando puntos y palmetas.
Cántaros, jarros y jarras forman otro denso conjunto incorporando trazos rojos en las asas, además de algún resto de vaso o tazón y de candil de piquera, dándose la ausencia total de ejemplares vidriados con policromías o a la cuerda seca, parcial o total. Destaca el hallazgo de un raro fragmento hecho a molde de la serie llamada de cerámicas escarlatas, con motivos perlados y restos de decoración vítrea.
CONCLUSIONES
Por los datos obtenidos hasta el momento actual, a falta de los trabajos de excavación sistemática que requeriría la cuestión, se puede afirmar que ambos yacimientos son independientes tanto en su marco espacial como en su marco temporal, con una diferencia de dos siglos, y adscripción cultural. Ni coexistieron en ningún momento ni el más reciente llegó a ocupar ni tan siquiera parcialmente el anterior. El nuevo emplazamiento andalusí siguió criterios estrictamente defensivos en el extremo más elevado y aislado del espolón.
El uso mayoritario de mampostería de piedra caliza en sus construcciones indica cierta calidad de las mismas, en un área donde no existe esta materia prima en abundancia y donde otros restos históricos conocidos han ido desapareciendo por ser de simple tapial o de piedra de yeso, fáciles de disolver con la acción de los agentes atmosféricos.
El primer asentamiento responde a un momento de desmembración del sistema agrícola bajoimperial que se da a partir del siglo V, tras la caída de las numerosas explotaciones agrarias controladas por las villae, alejadas de los principales centros políticos-administrativos de control territorial establecidos en las civitas, siguiendo un nuevo modelo de administración local a través de concentraciones de colonos en torno a un asentamiento rural cuando ya las villas han sufrido la destrucción o el abandono.
Los yacimientos del Cancho del Confesionario, del Cerro de la Cabeza, de la Dehesa de la Oliva o de El Berrueco, son otros ejemplos del mismo tipo de asentamientos en este área central que nos ocupa.
El asentamiento andalusí, sometido al poder emiral a través de la autoridad del gobernador de Guadalajara, ejercería una actividad de control sobre las tierras de cultivo y pastoreo del entorno y sobre las numerosas alquerías dispersas en las vegas circundantes del Manzanares, Jarama y Tajuña, aparte de su cometido militar complementado con la cercana atalaya que existió en los mismos cantiles, llamada Torre Rubia del XLII mojón medieval, o la Torre Bermeja del Piul (pujol), o la Ribat de Rivas.
Tras la conquista de Toledo en 1085, cuando Alfonso VI incorpora estos territorios al reino de León y Castilla, el despoblamiento de Albende se produce de forma rápida a tenor de la escasez de restos hallados en el lugar relacionados con la repoblación castellana, si bien en el año 1239 aparece citado como aldea segoviana confrontada con la aldea madrileña de Cuelga Mures, ubicada en el mismo cantil poco más allá, aguas arriba del Jarama. Hemos de pensar que en ese momento los nuevos colonos se han establecido en la zona ribereña, en el entorno de lo que hoy llamamos Casas del Pozo y Casa de Compuertas, al pie del cerro de Albende, pues ya no hay necesidades defensivas o de hábitat en altura, más incómodo.
Queda por delante proseguir los trabajos de investigación hasta el esclarecimiento completo de tanto enigma aún por descubrir.
EPÍLOGO
Corría el año 2012 cuando tuvimos conocimiento del Privilegio Real de Fernando III, señalando la Raya medieval entre la Tierra de Segovia y la Tierra de Madrid con 42 mojones, tratando de zanjar los frecuentes enfrentamientos surgidos entre repobladores por disputas territoriales. El hallazgo casual de un mojón de piedra caliza enclavado en el lindero entre San Martín de la Vega y Madrid, en un punto coincidente con la Raya medieval próximo al poblado de la Marañosa, nos hizo suponer su pertenencia al Rey Fernando, interpretando los garabatos epigrafiados como «Sant Stevan-Torre de Aven Crespín», aldeas de Segovia y Madrid, respectivamente.
A fin de comprobar in situ la ubicación de estos enclaves singulares y confirmar la existencia de otros mojones similares, programamos una serie de rutas a lo largo de la Raya medieval siguiendo el documento con la traza de los 42 mojones. Los resultados del trabajo de campo quedaron plasmados en los sucesivos artículos que fuimos publicando en nuestro blog parquelineal.es.
En el documento se cita además una rica y sugerente toponimia de caminos, aldeas y otras construcciones de época medieval, lo que nos animó a identificar sus respectivas ubicaciones en el momento actual junto con los mojones referidos.
A todos los lugares conseguimos llegar e identificar excepto a uno: Albende; ya que se ubicaba en terrenos de la base militar que en su origen pertenecieron a la llamada Fábrica de Artillería, creada en tiempos de Alfonso XIII, y en la actualidad dependen del INTA, siglas del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial. Gracias al trabajo llevado a cabo por este equipo de arqueólogos podemos conocer hoy día qué escondía este lugar tan inaccesible como misterioso.
No vamos a insistir más sobre lo extraordinario del hallazgo, sino en recomendar la lectura del artículo publicado en el número 4 de la revista MANTVA, año 2022, págs. 79-102, «Albende. Historia y Toponimia de un poblado andalusí», donde los arqueólogos Manuel Retuerce, Javier Martínez-González y Gustavo Turienzo, desgranan para conocimiento de la colectividad, los aspectos geográficos, históricos y toponímicos del lugar.
Buenas tardes,
Me gustaría formar parte de la asociación pero en la pagina que hay para asociarse el formulario no funciona.
Jorge: Gracias por tu comentario.
Trataremos de corregir el fallo.
Un saludo.