Esta cueva se emplaza en el margen izquierdo del Arroyo del Congosto, junto al camino de igual nombre que aprovecha este cauce y evoca un paso angosto o estrechura; en la falda de una pequeña loma flanqueada por barranquillos formados con el paso del tiempo por las escorrentías, en la ladera occidental del Vértice Calamuecos (621m), fitónimo alusivo a la existencia de pequeños palillos o cañillas, aptos para hacer leña. Diminutivo de cálamvs (lat.), de significado muy similar a Garabitas, étimo más evolucionado (de «gárabus»).
Localización
Sus coordenadas geográficas son: N40º 19.002′ W03º 33.945′ (Datum WGS 84). Término municipal de Rivas-Vaciamadrid.
Pocos pasos más abajo se extiende el valle del río Manzanares en su etapa final, donde desemboca nuestro arroyo y vadea el río este camino, hacia el cordal divisorio del Monte del Fraile y la senda del despoblado segoviano de Alvende, atravesando la antigua dehesa concejil de la ciudad de Madrid; la Salmedina (fahs-al-medina).
El terreno natural lo constituyen cantiles de roca de yeso que flanquean el fondo del valle de suelo aluvial sedimentario, dispuesto en terrazas arenosas. En esta piedra yesífera está excavada la cueva que tratamos, al igual que el enorme conjunto rupestre de su entorno, compuesto de refugios y trincheras de la guerra civil, cuevas de espejuelo, hornos de yeso y canteras de la era industrial.
Los afloramientos de sílex que también se pueden observar, han sido explotados como materia prima para la industria lítica desde antaño, y de ello queda alguna muestra, no muy lejos del lugar, sobre la cima del cerro.
Entorno de la cueva
Estos parajes se mantuvieron desde edades históricas y protohistóricas, como lugar de paso entre los grandes cursos fluviales, corredores naturales de primer orden que facilitaban la comunicación terrestre; y aparte de los fondos de cabaña y silillos excavados en las riberas (Bronce-Hierro I), y de los poblados fortificados alzados en altura, sobre espolones rocosos (Hierro II), con posterioridad a todo ello ha sido un territorio escasamente poblado.
El fondo del valle, usado como prado de pastoreo de ganadería vacuna y brava, junto con algún cultivo, se viene explotando desde hace décadas para la extracción de arena y grava.
Poco ha variado el paisaje originario formado por pequeños asentamientos, villas y alquerías, de época tardo romana y altomedieval, hasta el momento de la repoblación cristiana con pequeñas aldeas.
Los procesos históricos de señorialización y apropiación de tierras del Común, han conducido invariablemente hasta el día de hoy, al mantenimiento de una estructura territorial puesta en pocas manos; carácter acentuado por la propia marginalidad de este extenso territorio de aguas salobres y baja productividad, empleado desde antiguo como cazadero o lugar de monterías, de lo que queda un vasto rastro toponímico.
El Porcal alude a la abundancia de jabalíes. El Camino del Onceno a la caminería de Alfonso XI y su Libro de la Montería. Fernando VI acostumbraba cruzar el arroyo Culebro por la Aldehuela camino de los cortados de Coberteras, a la caza de lobos (1756). El Rincón de los Ciervos, junto a la Matilla de Alvende, es otra referencia.
Felipe II, diseñó su Bosque Real jalonado de torres y cazaderos, como un gran pasillo cinegético acotado entre el Palacio de Aceca y el Real Monasterio del Escorial, que incorporaba estos montes.
La Casa de Vaciamadrid, ya desaparecida, y el Real Sitio de Gózquez, formaron parte del planeamiento del monarca.
Morfología
La cueva, orientada a poniente, de 2.00 metros de altura, está excavada siguiendo el eje de un pasillo central de 10.00 metros de largo y sección ligeramente trapezoidal, por 2.00 metros de anchura.
A ambos lados del pasillo se entreabren otras cuatro cavidades, repartidas dos a dos, de igual sección, pero menos profundas.
Aparte de algún hueco existente a modo de alacena, son de destacar los comederos de forraje para animales de tiro o carga, excavados al fondo de dos de los cubículos, y la cama y banco de piedra, también tallados en las estancias de la entrada.
Al contrario que en otras cuevas de la zona, no quedan rastros que denoten la existencia de cocina u hogar ni de cavidad alguna para evacuación de humos o chimenea.
Cabe destacar, la escasa o casi nula existencia de restos fósiles de datación en el entorno; hecho acentuado por encontrarse en zona de arrastre combinado de aguas pluviales y fluviales.
Funcionalidad y datación histórica
A la vista de la morfología y de los elementos funcionales de que dispone, esta cueva, situada en un corredor histórico, parece complementar una estructura de cuevas que jalonaban el territorio, a modo de hitos de paso o refugios accidentales de caminería.
Lo que no quiere decir que hayan sido excavadas por el mismo constructor ni en el mismo momento histórico. Las disimilitudes que encontramos entre ellas son notorias, empezando por la forma de las bóvedas.
La Cueva de los Migueles, la Cueva de la Salmedina, la Cueva de Luis Candelas, y otras, de origen netamente medieval; aparecen por todo ello, claramente diferenciadas de las excavadas en el entorno de poblamientos carpetanos o de las abundantes cuevas y refugios de la guerra civil.
En general, este tipo de recurso, aplicado en toda la Península ibérica desde tiempo inmemorial, con técnicas muy elementales, se viene ejecutando hasta el día de hoy para la creación de viviendas, bodegas, silos, cuadras, almacenes u otras dependencias, que encontramos por doquier en cualquier región o área que visitemos.
Un maestro de cuevas -nombre dado a sus constructores- armado con un pico corto, y ayudado por dos peones, era capaz de construir en un mes un habitáculo como el contemplado, utilizando técnicas que no han variado en siglos.
Haciéndose difícil por lo general, la datación rigurosa de estos enclaves, salvo que exista documentación alusiva al momento fundacional, circunstancia que rara vez se da; o la aparición de algún resto cultural hallado in situ, que nos lo atestigüe; en el caso que estudiamos, es la utilidad de este camino para el uso del territorio que hemos descrito, lo que podríamos considerar factor determinante de su excavación, y lo que marcaría su vida útil con la propia caída de la utilidad del camino.
En época bajomedieval cobraron valor estos territorios para uso ganadero del Común de la Villa y Tierra de Madrid.
A partir de ese momento se desarrollaron sobre este mismo eje toda una serie de estrategias de explotación del territorio, ampliando su alcance hasta la misma cuenca del río Tajo, en Val de Oreja, puesto fronterizo, vado natural y llave de acceso a la Mesa de Ocaña y al centro peninsular, desde estas latitudes.
Paulatinamente, los acontecimientos históricos que irán sucediéndose terminarán por desplazar estos centros neurálgicos hasta su casi total devaluación.
Durante el auge de la Mesta en la Edad Moderna, la vasta red de cañadas, veredas y cordeles se reparte por el territorio.
En tiempos más próximos, mediados del s.XIX, hay que señalar que el territorio se vio sacudido por la acción de partidas de bandoleros, que frecuentaban estos despoblados, asaltando a cuanto viajero o coche de caballos se encontrara transitando en esta ruta hacia el Levante peninsular.
Una de estas partidas, conocida como Los Migueles, se escondía en la cueva de igual nombre, desaparecida hace poco más de una década, del Km. 17 de la A-3 actual.
La de Luis Candelas (bandido madrileño agarrotado en 1837) se halla próxima al espolón de Alvende y el cantil frente a la Casa de Compuertas.
Obviamente, el nombre de las cuevas se debe a una tradición popular que a su vez trata de plasmar el hecho histórico acontecido.
La ubicación de cuarteles o puestos de vigilancia en Arganda y Vaciamadrid puso remedio a este problema.
Citar por último, la etapa de la Guerra Civil 36-39, cuando se construyó en toda esta hilera de cantiles la segunda línea republicana, o línea principal de resistencia, junto a las cabezas de playa de Casa Eulogio y la Aldehuela, en la primera línea; nomenclatura que hacia finales de la guerra se cambiará por «línea de sostenes» y «línea de detención».
Conjunto fortificado confrontado con las posiciones nacionalistas encaramadas sobre las cumbres opuestas del otro lado del valle (Centros de Resistencia VI-Coberteras y VIII-Vaciamadrid).
Contaba con los ramales de trincheras y puestos de tirador que observamos, interpolando obras de fábrica de hormigón o excavadas en la roca para armas automáticas; casamatas o nidos complementados con los pertinentes refugios anti-bombardeo subterráneos, puestos de mando, dormitorios individuales o colectivos, y polvorines. Bastante bien conservado en general.
Junto a esta cueva se abren algunas más, construidas a cubierto de la visión o tiro directo de las posiciones contrarias, condición que ésta no cumple.
En este lugar concreto, según planos militares, observamos un dispositivo de corredor alambrado y flanqueado por trincheras, cerrado al fondo por una barrera principal, para reconducción y neutralización de un posible ataque contrario por este punto; existiendo un par de cuevas de cierto volumen, para acantonamiento de tropas y almacenamiento de material a la entrada del vallejo.
Comentario del autor
Siendo el estado de la cueva bastante aceptable, a pesar de presentar alguna fisura en su interior, la mayor amenaza a la conservación futura de éste y otros bienes de interés cultural, arqueología industrial, etc., de este entorno, viene marcada por el progresivo avance de los enormes cerros artificiales formados por depósito de inertes, que paulatinamente han colmatado el territorio al Sur de Vallecas, sobre las Canteras y el Monte Viejo, alcanzando el Vértice Cumbre y el Cerro Redondo, en dirección descendente hacia esta parte del valle.
Se ha desfigurado netamente este paisaje histórico y las grandes vías de comunicación terrestre implantadas (Alta Velocidad, M-31, M-45, M-50) han terminado por desestructurarlo completamente de sus primitivas funciones.