Con este nuevo trabajo reemprendemos la tarea encaminada a la ubicación de otro tramo de la Raya medieval acordada en 1239, entre Tierra de Segovia y Tierra de Madrid.
Vamos a partir del Mojón 14, “en la Vega entre Pozuela e Valde Moro, so la cabeça de Serranos”.
Recordemos que un tramo anterior, –desde el Mojón 11 “en la cabeça de Arlot” hasta el Mojón 13, “en somo de cabeça de Serranos”–, y un tramo posterior, –del Mojón 20 “pasada la carrera de Mata mediana …” al Mojón 26 “en el riscal”–, han sido expuestos en este mismo blog.
Existió una aldea de repoblación madrileña, llamada Pozuela, que junto a la aldea de Palomero, se ubicaba en el extremo occidental del Sexmo de Villaverde, de la Tierra de Madrid.
En los mapas actuales aún viene señalado un “Raso de Pozuela”, justo donde el arroyo Guatén es vadeado por la Cañada Real Galiana, claro indicio de la ubicación de este despoblado.
A fines del siglo XIX aún citaban la existencia de un trozo de la torre de su iglesia.
Su nombre pudo derivar de Poblazuela-Poblachuela, pero también, de Poza-Hoya en cauce o vega de río.
Igualmente, encontramos en los mapas modernos, la anotación “Raya de Valdemoro”, inmediata a la linde actual, fórmula medieval adoptada para denominar la línea divisoria.
Modificar o invadir la Raya, sería considerado algo muy grave y reprobable; y aún en nuestros días, es de uso común la expresión “pasarse de la Raya”, cuando se quiere reprender la infracción de una norma o costumbre.
Descendiendo a la vega desde la Cabeça de Serranos, y hasta el Mojón 18, donde se produce una inflexión hacia oriente, la linde consiste prácticamente en una alineación recta, que la nueva carretera M-423, ha sesgado en dos mitades, comunicadas por un par de Pasos Inferiores más alguna alcantarilla tubular también practicable. Atravesando campos de olivos y cereales, siguiendo el camino de servicio de la citada vía moderna y algún que otro resto de caminería histórica, podemos hoy en día darnos el gusto de hacer a pie todo el trazado.
En plena Vega, donde se alza el Mojón 27 moderno, tallado en granito, debió enclavarse el Mojón 14 medieval; lugar donde confluyen, el cauce de un arroyo, la linde actual y el llamado Sendero del Olmo.
Siguiendo la linde, cuesta arriba, llegamos a un pequeño alcor, donde se enclavan próximos entre sí los mojones 28 y 29 modernos.
Desde esta altura, mirando al sur, reencontramos la referencia visual del Mojón 13, sobre la Cabeça de Serranos (Cerro Batallones).
Luego, descendiendo unos pasos hacia el norte, encontramos al pie de este cerrillo la Cannada-Cañada, cordel histórico de la trashumancia.
Aquí se ubicó el Mojón 15, “cabo la Cannada”; pero en un punto al otro lado de la nueva carretera M-423, al que debe accederse cruzando por el paso inferior alternativo construido con la nueva pista, dando continuidad a la vía pecuaria.
Vamos encontrando alguna alineación y amontonamiento de piedras sobre la linde, distinta de los clásicos majanos o montoneras de agricultor, que creemos identificar como sencillos rastros de una ancestral línea divisoria, si bien, aún no hemos podido ver cumplido el viejo sueño de dar con algún mojón medieval original.
Ya al otro lado de la carretera, y en dirección norte, podemos seguir la linde por el camino de servicio construido, topando en primer lugar con un cruce de caminos del llamado Camino del Espinillo o de la Culebra. Un mojón moderno de granito numerado M-34 señala el punto.
Según avanzamos, topamos enseguida con un segundo camino, de Torrejón de Velasco, donde se enclava simultáneamente la línea divisoria de los tres términos aquí confluyentes, y debió ubicarse el Mojón 16, “cerca la carrera que va de Pozuela a Gozques e a Sant Steuan, e entrel otro que está cerca la cabeça Espartosa”, nombre que recibió esta vieja senda en aquel tiempo.
Gozques fue despoblado segoviano próximo al caserón del Real Sitio de Gózquez, existente en la actualidad. San Esteban o Santisteban, despoblado también segoviano, se ubicó próximo al caserío llamado en la actualidad Gózquez de Abajo, o Casa de Abajo hasta finales del siglo XIX, dentro del Real Sitio. Ambas aldeas se disgregaron en beneficio de otras aldeas más boyantes que finalmente darían lugar a los municipios que conocemos hoy.
Un bloque amorfo de roca, llamada travertino, trasladado desde algún lugar ignoto hasta aquí, parece amojonar el lugar.
Un paso inferior permite, poco más allá, cruzar la carretera hacia el área de aparcamiento del nuevo hospital.
Vemos como todos los caminos encontrados, trazados de modo radial, convergen en el casco histórico de Valdemoro, germen originario de esta población, en forma de almendra como la gran mayoría de los poblados de repoblación en páramo, que solo una leve valla o cerca envolvía, más con carácter fiscal que defensivo.
Así también sucede con el Camino del Postiguillo, el del Arenalejo, el de las Pilillas y el Camino Viejo de Pinto, que según vamos avanzando nos van saliendo al paso.
Llegamos al lugar que presuponemos ubicó el Mojón 17, “cerca la cabeça Espartosa”.
Existe actualmente, así denominada, una Cabeza Espartosa (altura de 626 m), alcor distante de la linde unos tres kilómetros, hacia poniente.
Pero la cita no fue expresamente dirigida a ésta.
Este fitónimo, haciendo alusión al abundante esparto que crece por estos campos, dio lugar a que un número indeterminado de alcores que forman el paraje, recibieran en conjunto tal apelativo.
La alineación de la linde moderna sigue dándonos la pauta de aquella traza primitiva que el Rey Fernando III y su comitiva, pacientemente señalaran en la primavera de 1239, partiendo de las proximidades de Yeles, a lo largo de algunas jornadas, hasta concluir en el Jarama los trabajos de deslinde.
El Mojón 18, “so la cabeça Espartosa e sobre la carrera que va de Pinto a Valde Moro”, se enclavó junto al cruce con el Camino Viejo de Pinto, también llamado Camino de las Pilillas, al pie, de este conjunto de elevaciones que constituían la Espartosa.
Hemos encontrado una enorme cantidad de piedra de yeso diseminada entre los sembrados, que suponemos apilaban sobre leña, dentro de estructuras de ladrillo, a modo de hornos morunos, para la producción de cal y yeso en el lugar.
Estos hornillos pudieron recibir el nombre de pilas-pilillas, por el amontonamiento o apilamiento de piedra.
La Carrera de Pinto recibió luego el nombre de Camino Viejo de Pinto, tras la construcción de la Carretera de Andalucía en tiempos de Carlos III, a escasos pasos más allá, hacia levante.
El Mojón 19, “en la vega, entrambas las Carreras”, alude a un espacio en hondonada, que se abre entre la Carrera de Pinto antes citada y la Carrera de Mata Mediana que conduce valle abajo, directamente hacia el Jarama.
Encontramos en la actualidad, un lugar donde una vieja higuera junto a los escasos restos constructivos de una casilla, parecen marcar, a modo de guardarraya, el sitio descrito para este mojón, próximo a la vieja traza del Camino Real de Andalucía, desplazado por la moderna Autovía de Andalucía A-4.
Siguiendo la linde accederíamos al Mojón 20 y consecutivos, en dirección a El Riscal, tratados en un capítulo anterior.
La ruta senderista o en bici
El perfil del recorrido es prácticamente horizontal, con suaves desniveles, apto tanto para senderismo como para ciclismo.
La longitud total del tramo descrito no llega a 4 kilómetros, algo menos de una Legua; distancia que antaño se recorría a pie, tras una hora de caminata.
Aconsejamos realizarlo, estudiando previamente la ubicación de los accesos alternativos construidos con la obra de la nueva carretera.
La linde delimitaba territorio, campo abierto, remarcada tanto por hitos naturales-cerros, hondonadas, arroyos,… como por hitos artificiales-mojones, y no llevaba necesariamente aparejado un camino en su trazado, como vemos parcialmente en el caso que nos ocupa.
La comitiva que acompañaba al rey Fernando III (1239), avanzaba a caballo, campo a través, rodeada de una mesnada de peones y escoltada por gente armada.
Recién conquistada Córdoba (1236), se adoptaban planes para debelar la ciudad de Sevilla (1248).
Hacía tiempo que las aceifas musulmanas ya no alcanzaban estos territorios alejados de la frontera, y las pugnas que rompían la armonía y paz en estos campos eran de otro signo.
Un proceso creciente de señorialización daba comienzo, dándose de frente con los intereses de los concejos de estas comunidades de repoblación, pequeñas aldeas y villas, que rápidamente se aprestaron a pasar a la defensiva, buscando la protección y apoyo de la Corona, con irregulares resultados.