La columna de voluntarios salía puntualmente de la estación de VillaVerde Bajo. A las 9:20 AM casi dos centenares de almas enfilaban la calle que les llevaría al primer objetivo: tomar la orilla derecha del Tramo 2 del Parque Lineal del Manzanares.
Con un tiempo primaveral, los batallones la ocuparían sin oposición enemiga. A los pocos minutos los comandantes Bazán y Núñez lo cruzan por la pasarela de Los Rosales, para establecer la cabeza de puente que tomara la Casa de la Cuarta Esclusa y lanzar desde allí el ataque al Cerro de la Gavia. El ánimo de los voluntarios es altísimo, arengados por el comandante Pedro en la Casa de Fernando VII. Por el momento el enemigo no parece querer hacer acto de presencia. No tardaríamos en darnos cuenta que estábamos equivocados.
Este es el relato de la II Ruta por los restos de la Guerra Civil en el Parque Lineal del Manzanares, claro está, con licencia bélica. El éxito de esta ruta no ha estado tanto en la asistencia, que ha sido histórica, sino más bien en la implicación de quienes han apoyado, participado o simplemente madrugado un plácido día de domingo para hacer esta excursión.
Agradecemos a la Asociación de Vecinos del Espinillo su co-organización, apoyo y constancia desde la primera edición. A Ignacio Bazán, Gillpomad y el Chato de Ventas, todos del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (Gefrema), por su participación en el acto, a veces incluso con demostraciones de auténtica entrega por una tierra que les pilla lejos de sus hogares. A Manuel y los voluntarios del Colectivo Guadarrama, también de lejanos hogares, que se acercaron interesados por lo que ellos han clasificado como «La Casa de Campo del Sur«. A Javier Marcos, vecino de VillaVerde, por la difusión del evento. A Alberto Conejero, de Perales del Río, por su reciente descubrimiento e implicación en el acto. A la Asociación de Vecinos de los Rosales, por su nueva complicidad en estas rutas. A Paz y Mª Jesús del Espinillo, por su constancia desde el minuto cero, por sus ideas y por su enorme voluntad. A Ángel y Gonzalo de VillaVerde, porque gracias a sus consejos siempre aprendemos un poco más de los maestros. A Ozenki de Vallecas, por su implicación y curiosidad que tanto nos ayuda y nos corrige. A Rufino, de la GEA, por su fidelidad en las cosas del GIPL. Y por supuesto al equipo del GIPL, alma pecadora de estas iniciativas.
Y sobre todo a aquellos que no están nombrados, que son mayoría, y que hicieron posible estas dos grandes jornadas, sin distinciones ni ideologías, llegando desde los más diversos rincones de la Comunidad de Madrid. A todos los que pensamos que el Patrimonio histórico y natural del Parque Lineal debe ser reintegrado y que su puesta en valor es urgente y necesaria.
Con las columnas dirección hacia la Quinta Esclusa, nuestras fuerzas son copadas a la altura del arroyo de La Gavia. Por los flancos nos rebasan batallones motorizados de la Guardia Civil, que toman posiciones en el vértice que forma la cota del puente ADIF sobre el LAV a Barcelona y Sevilla. Cunde el desaliento entre nuestras columnas y los comandantes Gillpomad y Núñez se adelantan para tantear el terreno, les acompaña el capitán Gordo. El primero decide el asalto directo al enemigo, sin mediar contacto, nos avalan casi doscientos combatientes deseosos de entrar en liza…
Finalmente no se hace necesario allí mismo el bautismo de fuego, ya que los del Seprona resultan ser de los nuestros. Nos escoltan incluso en el comienzo de la bajada al valle del arroyo de la Gavia, ante un nutrido fuego enemigo: la zona es un dejado de la mano de dios. Junto a las imponentes instalaciones de la depuradora, se extiende un lugar en el que durante años ha imperado el abandono, corrompiendo y destruyendo el Patrimonio del Parque. Escombros, cristales y cascotes se mezclan con jeringuillas de los resistentes en las Barranquillas. La visita de las casamatas y túneles defensivos es del todo imposible y realmente peligrosa. Arenga a las tropas y retirada inmediata. Detrás de nosotros queda mucho más que nuestra propia historia.
El mando ordena entonces la toma de un pequeño cerrillo junto a las vías, no hay tiempo para pararse. La resistencia aquí es menor y ordenadamente los nuestros lo van tomando en una especie de desquite por el fiasco anterior, entrando en la casamata, asomándose por la tronera y ascendiendo a la linea de trinchera superior. Desde allí volvemos a partir hacia el objetivo principal: La Casa del Yeso, una cota que domina todo el valle del Manzanares y desde la que se divisa el Cerro de los Ángeles.
El ascenso por la ladera del cerro resulta triste y costosa, ante la nueva presencia enemiga que nos castiga duramente con su tiro de enfilada. Vertidos sin fecha de caducidad y actividades que han convertido la zona en un apartado olvidado de la historia de Madrid, nos esperan agazapados entre los vivacs y polvorines de la 4ª División del EPR. Resulta penoso ver como toneladas de historia se pudren a la vista de las inertes autoridades públicas, petrificadas ante el destrozo. Mientras, el incivismo ciudadano usa la zona como basurero particular… el lugar esta completamente batido por el enemigo.
Finalmente tomamos la Casa del Yeso, no sin bajas, abundantes por la fuerte presencia enemiga, acantonada en la zona, en el cerro y en todos sus caminos. A lo lejos se ven las montañas de basura de Valdemingómez, amenazando llegar aquí mismo cualquier día y acompañar a lo que ya existe. La solución para evitar la catástrofe parece que va a ser un canal de remo olímpico en Getafe… armamento nuclear que volará el Tramo 2 del Parque Lineal por los aires. Muerto el perro se acabó la rabia, dicen. No pintan bien las cosas para el Parque.
Pero por un día capturamos la posición de la Casa del Yeso. Durante unas horas estos cerros fueron nuestros, de los ciudadanos que quieren la recuperación histórica de la zona, el cese del abandono y el comienzo de las propuestas sostenibles y de futuro. Abrimos la tartera orgullosos de nuestra acción, y a la sombra de los gruesos muros bombardeados durante la Guerra Civil unos cantaban «¡Ya hemos pasado!» mientras otros replicaban «¡No pasarán!«. Las diferencias ideológicas se fundían en un solo acto con el único objetivo de disfrutar de un día al aire libre en un entorno histórico como pocos hay en esta región.
Igual que Madrid fue asediado durante la Guerra Civil, hoy resiste acorralado por el abandono y la indiferencia el Patrimonio del Parque Lineal del Manzanares. El domingo 11 de abril de 2010 los ciudadanos ganamos una batalla y conquistamos los cerros por unas horas para la patria de la cultura y la recuperación del Patrimonio histórico y ambiental del Parque Lineal del Manzanares.
jejeje, hubo movimientos militares de control e intimidación por parte de la «Emetérica» como diría chiquito.
saludos del comandante Ozenki del batallón Vallecas
En efecto, el deterioro y el abandono son el verdadero enemigo que ni lleva bandera ni viste uniforme.