Las aguas arrancadas al siempre sediento río Manzanares viajaban por alcantarillas hasta la Cabecera del Real Canal, lugar donde afloraban a la superficie con cierta pompa, como fue deseo de Fernando VII, al encargar esta construcción mayoritariamente ornamental a Isiadro Velázquez, el más importante de los arquitectos del Madrid Fernandino.
Tal vez era la alegoría que marcaba el comienzo del enorme esfuerzo que se hubo de hacer para transformar la seca planicie castellana en un canal navegable como los vistos en los Paises Bajos.
Cabecera del Canal
La cabecera del Canal era la primera aparición pública del mismo, para lo cual no se dudó en adornarlo como Madoz nos acaba de describir. No era más que la salida al exterior de las aguas que se habían captado del Manzanares en el apartado anterior, dándoles en este punto un aspecto de manantial generador del Real Canal.
Todo este conjunto fue esculpido por Felipe Castro para adornar en principio el Palacio Real, pero posteriormente se debió desechar para recolocarlo en esta nueva ubicación. Tanto de esta obra como de las del embarcadero y edificios anexos que veremos ahora, parecen ser del arquitecto Isidro González Velázquez. Colaboró con su hermano Zacarías, quien pinto el fresco Aparición de la Virgen a San Fernando (1819) para la Capilla del Real Canal del Manzanares.