La Novena de las esclusas del Canal del Manzanares ha sufrido el paso del tiempo sin perder su estructura. Aunque ha olvidado las formas que la piedra berroqueña y el ladrillo formaban en su parte delantera, el resto de la esclusa aparece vieja, dañada por los años pasados en parcial abandono, pero luciendo el aspecto que recuerda perfectamente el aire gradioso que Fernando VII quiso dar al Real Canal del Manzanares.
Estamos sin duda ante otra joya del Canal en el Parque Lineal del Manzanares.
Novena Esclusa
Semioculta tras un pequeño bosquecillo se asienta la Novena Esclusa, la primera de las que construyera Fernando VII después de que Carlos III iniciara la locura de hacer navegable el río de Madrid, el río Manzanares.
El estado de conservación de esta infraestructura del Canal es muy aceptable, si bien toda la entrada de la esclusa se derribó en un tiempo anterior. Por el contrario desde la mitad del vaso hasta su final, incluyendo el gallipuente, la esclusa goza de un estado fantástico de conservación.
Con esta esclusa se iniciaba el segundo tramo del Canal de mano de Fernando VII. Las diferencias con las del primer tramo son evidentes. Apenas ya se usa mampostería de yeso, salvo en las aletas de entrada. Ahora se importa el material, mucho más fino y elegante, para construir el ingenio. Mientras que el cuerpo principal del vaso está trabajado con ladrillo, los encajes de las compuertas y los bordes del vaso están montados con grandes sillares de cantería granítica. El gallipuente es combinación de ambos métodos constructivos.
Como bien nos dice Madoz, la esclusa dispone de almenara a su entrada, muy similar a la que conserva la Cuarta Esclusa, en la entrada del vaso, donde también se conserva el suelo de aquella, y es apreciable el cambio de nivel que originó el salto de agua.
De la casa del peón conservador no ha quedado ningún rastro.