Muy cerca de Perales del Río se encuentra la Aldehuela, cuyo nombre es testigo también del pasado campo de la ciudad musulmán: de alduwayya a aldegüela, aldovea, o al más reciente Aldehuela, como topónimo del ancestral hábitat árabe junto al curso del arroyo Culebro. Tal vez luego constituyó una corrupción cristiano-repobladora y pasó a ser diminutivo de aldea.
La necesidad de repoblar y colonizar las tierras arrebatadas al musulmán durante la reconquista en el siglo XI-XII, hizo necesaria la donación de tierras a órdenes religiosas de carácter militar. De esta manera se consiguió ir pacificando un vasto territorio que, en nuestro caso, se circunscribe al campo de la ciudad que dará origen al Parque Lineal del Manzanares.
En él quedan hoy los restos de un monasterio relativamente reciente, aunque totalmente abandonado. La Aldehuela se encuentra en la Salmedina cristiana, dentro de la Fahs al-Madinat árabe, que debió pasar a manos privadas tras al reconquista, como así lo atestiguan los documentos fechados en el siglo XIII que lo citan como señorío de los descendientes de Ruy Sánchez Zapata. Como vemos, para entonces el Concejo madrileño y los vecinos de la Villa, habrían perdido todos sus derechos de acceso en la zona.
Antes aparece citado este paraje como Nubdes-Nobiles (Nobles) en el Fuero Viejo de Madrid, en el apartado de abrevaderos al río Manzanares de uso comunal.
Cuniebles, Cova-Nubdes, Covanubles, es una dependencia de estos predios.
Igualmente es citado cuando pasa a engrosar la Encomienda de Moratalaz, tras la cesión de sus propietarios a la Orden de Monjes Calatravos, tal cual se cita en el amojonamiento entre las Tierras de Madrid y Segovia, de 1239, por Fernando III.
La Aldehuela perteneció igualmente al Real Monasterio del Escorial hasta el siglo XIX(desamortizaciones), integrando la fundación filipense del Real Sitio de Gózquez, siendo ocupada por monjes Jerónimos.
Desde el año 1.889, se establece aquí la orden de Trapa, abandonándolo en el año 1.927. Pasa así definitivamente a manos particulares (Marquesado de Perales), quienes establecen en la Aldehuela un pequeño centro de producción agropecuaria. Para ello aprovecharán la mayoría de las infraestructuras que las sucesivas órdenes religiosas dejaron tras de sí desde el Medievo.
En 1.936 estalla la Guerra Civil Española y el Monasterio es ocupado por las tropas republicanas de Modesto en ofensiva contra la Marañosa, en pleno contraataque republicano, del 16 y 17 de febrero de 1937, dentro de la Batalla del Jarama, que tan fielmente nos describe Peter Kemp, el voluntario inglés, protagonista directo de estos combates desde las líneas nacionalistas.
Tras el conflicto el lugar es reocupado por personal al servicio de sus antiguos dueños civiles, los Marqueses de Perales, y vuelto a abandonar en los años 80, situación en la que se mantiene en nuestros días.
La toponimia del lugar no deja lugar a dudas de su pasado religioso, registrando en la actualidad lugares y caminería con el nombre de “Los Frailes”: Acequia de los Frailes, Monte del Fraile, Casa de los Frailes, Monte del Fraile; un contundente vestigio más del pasado medieval, moderno y contemporáneo del Parque Lineal del Manzanares.
Las tierras de Abadengo de Perales
Lo mismo debió suceder en las tierras de Abadengo de Perales, que disponía de una abadía en el siglo XII con una abadesa, María Núñez, según documentación medieval, de la que se podría deducir una larga tradición religiosa que alcanza incluso hasta nuestros días. Estas serán las tierras que darán origen a Perales del Río.
Las fotos del Monasterio de la Aldehuela
De un tiempo a esta parte el Monasterio de la Aldehuela ha sido objeto de visita por paseantes, aficionados a la fotografía, al paintball, a las fiestas rave y a toda suerte de prácticas con mayor o menor respeto por el Patrimonio histórico de la Aldehuela.
En agosto del 2011 mueren dos jóvenes en una de las fiestas ilegales celebradas en el recinto al ingerir las plantas alucinógenas de estramonio que hay por todas partes en el Parque Lineal. La popularidad de este lugar se multiplica, de nuevo por razones diferentes a las que debiera. A partir de ese momento se suceden diversas interpretaciones sobre la historia del lugar, muchas de ellas imprecisas y ligeras, avaladas incluso desde prensa de debida solvencia.