Por muy lejano que nos parezca, las relaciones humanas y la propiedad de la tierra en la Edad Media, dibujaron las bases de las sociedades actuales. Especialmente visible es la huella dejada en aquellos reductos no devorados por la insaciable urbanización de nuestros tiempos que, como el Parque Lineal del Manzanares, además fueron parte imprescindible de la historia medieval de la Comunidad de Villa y Tierra de Madrid.
Nuestro Parque Lineal del Manzanares fue parte importante de esa Tierra de Madrid. La nueva Salmedina cristiana se edificaría sobre los terrenos conquistados de la fahs al-Madina musulmana, comenzando una complicada colonización de un rentable y vasto territorio que se tiñó de violencia e inseguridad durante varios siglos.
La pacificación del territorio fue por tanto materia de obligada y previa observancia a su efectiva colonización, para lo cual el rey cede terrenos a milicias religiosas. Hasta hoy llegan sus rastros en el Parque Lineal del Manzanares, el antiguo campo del Madrid medieval.
La necesidad de financiación de los débiles y militarizados Estados emergentes, asfixia a los pequeños agricultores, que ven como una clase poderosa y terrateniente se va haciendo con el control de la mayoría de fincas hasta entonces en el ámbito del control del Concejo madrileño. La despoblación y el empobrecimiento de la cuenca baja del Manzanares es cuestión de unas pocas décadas.
Con más o menos variaciones ese espacio llega a nuestros días, con topónimos o herederos que vienen directamente de ese campo de la ciudad medieval. Con vallas y puertas que cierran los campos desde el monte hasta el río, como símbolo de aquellas tierras que un día fueron del común del los madrileños y que en la Edad Media se perdieron para convertirse en propiedades privadas.
La Comunidad de Villa y Tierra de Madrid
El alfoz o territorio madrileño durante la Edad Media, quedó vinculado a la Villa formando una comunidad con personalidad propia. El mecanismo según el cual fueron agregándose tierras al Concejo madrileño conformó su territorio medieval, llegando incluso a influir sobre los sistemas de propiedad que existen hoy en día en el Parque Lineal del Manzanares, el antiguo campo de Madrid.
El primer momento tras la conquista cristiana seguramente pobló los antiguos lugares de habitación musulmanes. Esto no sólo sucedió en las poblaciones mayores, como Mayrit, sino también atalayas y alquerías árabes, que a buen seguro fueron espontáneamente ocupadas por los caballeros cristianos.
Por otro lado, tras la conquista, las tierras quedaban vinculadas al rey y eran de su propiedad. Sin embargo el monarca, obligado a articular sus nuevas posesiones, haría concesiones territoriales a los diferentes concejos, entre ellos el madrileño.
Dentro de las donaciones reales a los antiguos núcleos de población musulmanes, ahora cristianos, los bienes concejiles se dividieron en propios y en comunales. Los primeros eran propiedad del Concejo madrileño, quien podía arrendarlos o incluso venderlos, sirviéndoles para financiar el gasto público. Los segundos, los bienes del común, eran de especial importancia, puesto que gozaban de libre acceso para personas y ganado, suponiendo además una vasta variedad de aprovechamientos libres de pago para todos los vecinos de Madrid.
La explotación de este enorme alfoz hizo que las antiguas alquerías árabes que en él existían, generaran auténticas poblaciones que llegaron a concentrar cierto número de habitantes. Son los denominados concejos secundarios, a quienes el Concejo madrileño también cede parte de los terrenos. Aunque la mayoría de estos concejos secundarios terminaron desapareciendo por las causas que analizaremos en este capítulo, otros fueron el germen de las poblaciones que hoy rodean el Parque Lineal del Manzanares. Perales del Río, Vaciamadrid o VillaVerde son claros ejemplos de ello.
Pero los caballeros, y especialmente las milicias de las órdenes religiosas, recibirían importantes donaciones de propiedades por parte del rey, e incluso de particulares instados muchas veces por aquel. El motivo no era otro que el de pacificar un territorio prisionero de una creciente inseguridad, inmerso en razzias musulmanas o en actos de terror cristiano. El campo de la ciudad cristiano no sería sencillo de colonizar.
Por último, y para terminar de configurar el territorio del Madrid medieval, existió otra forma quizá menos ortodoxa de propiedad de la tierra. Se trata de la presura, o la ocupación y apropiación por las buenas de tierras para su roza y puesta en cultivo. Este método estaba avalado por el propio Fuero de Madrid y debía ser más común de lo que podemos imaginar. El Concejo madrileño debió hacer la vista gorda, haciendo verdad la máxima que dice que territorio colonizado, territorio conquistado.
Este último método, antecedente de la actualísima usucapión, muy común desgraciadamente en el Parque Lineal, sería a la larga un grave problema para la Comunidad de Villa y Tierra de Madrid, comprometiendo el futuro del común madrileño y finiquitando paso a paso el campo de Madrid que luego desembocará en el contemporáneo Parque Lineal del Manzanares.
Todo hombre que plantase majuelo [viña] y al cabo de un año no diera prendas [garantía de una deuda], no responda a la demanda. Y quien construyera un molino o huerto y al cabo de un año no ofreciera prendamiento, tampoco responda.
Fuero antiguo de Madrid. Título LXVI
Un año de respiro para las agobiantes deudas de los agricultores en sus posesiones que, como acabamos de leer, bastaría con plantar una viña para llamarse como tales.
El sistema tributario y social en la Comunidad de Villa y Tierra de Madrid
La sociedad medieval estaba claramente jerarquizada en clases que presentaban enormes desigualdades, en muchos casos avaladas por el propio Fuero de Madrid.
Las clases sociales del Madrid medieval se dividía en los habitantes de la Villa y los de la Tierra. En la cima de este sistema social estaban los habitantes de la Villa, que se dividieron entre villanos, con casa propia, y moradores, arrendados en vivienda ajena.
Extramuros de la ciudad y a la intemperie de la inestabilidad que se vivió en el Medievo del campo de Madrid, estaban los habitantes de la Tierra, que a su vez se distribuían entre herederos, con tierras de su propiedad, yaldeanos, viviendo en casa y fincas ajenas.
Villanos y herederos se equipararían en este sistema de escalafones sociales, al igual que lo harían por debajo moradores y aldeanos. En la base de esta pirámide estarían los albarranes, forasteros sin residencia fija ni propiedad.
La desigualdad era la norma en las relaciones de estos estamentos sociales. Hay una gran cantidad de ejemplos en el Fuero Antiguo de Madrid del siglo XIII, que por ejemplo imponía penas de 5 maravedís a quien hiriera a un heredero, rebajando la pena a 1 maravedí si el herido es un aldeano (Título XVII). En el caso de muerte la pena asciende a 100 maravedís si el muerto es un villano, pero en el caso de que sea un criado de él, la pena podría descender a 20 maravedís (Título XIV).
En el sistema tributario las desigualdades se agrandan si cabe aún más, influenciadas por la necesidad de repoblar territorios en un clima de gran inestabilidad. Mientras que órdenes religiosas, nobleza y caballeros, estaban exentos de pechar (tributar), el pueblo llano recibía la totalidad del peso de la hacienda local. Eran los “hombres buenos pecheros”, quienes muchas veces vivían asfixiados por su situación fiscal y decidían ponerse a servicio de un señor, quedando así libres de tributar.
Mientras que los sistemas tributarios eran claramente regresivos y han evolucionado técnicamente a la moderna fiscalidad progresiva, donde pechan más las rentas más altas, no ha pasado lo mismo con los sistemas sociales, mucho más lentos a la hora del cambio y la adaptación. La necesidad de poseer, de ser propietario de una casa o una hacienda para estar entre los pudientes, no ha caído en uso desde el Medievo, tal vez como herencia de esos primeros momentos tras la conquista cristiana.
La despoblación del campo de Madrid en el siglo XV
La primera división de la tierra tras la conquista cristiana dejaba fuera del reparto a los nobles y al clero, si bien las donaciones iniciales a órdenes religiosas nunca colmaron la ambición de estos estamentos.
Las generosas tierras del común de la Villa, el campo de Madrid, serían desde el comienzo el objetivo de esta oligarquía que, poco a poco, fue acrecentado sus posesiones a costa de la riqueza comunal de la Comunidad de Villa y Tierra de Madrid.
Las técnicas utilizadas fueron de sobra conocidas hoy en día. Por una lado la rotura del monte o la roza de tierras robadas al común, talando los bosques cuyos aprovechamientos eran de la Villa de Madrid. Ya sabemos que el Fuero daba ciertos privilegios a quien ejercía la presura, un antecedente de la más actual usucapión, extensamente practicada en el Parque Lineal del Manzanares.
Por otro lado, se usó una técnica mucho más depurada. Se trataba de provocar la despoblación de un concejo secundario para así apropiarse de las tierras que le pertenecieron, en vez de reintegrarlas en el común del Concejo madrileño.
El sistema tributario, altamente regresivo, mantendría ahogada financieramente a la pequeña clase agricultora de huertos modestos, quienes se veían obligados a endeudarse con los prestamistas, antecedentes de los bancos actuales. Esta situación, agravada con los designios de una climatología voluble, sin seguro alguno sobre la cosecha, haría que muchos de ellos tuvieran que ir vendiendo sus tierras para sobrevivir, hasta finalmente abandonar el campo de Madrid.
Muchos prefirieron quedarse en las tierras de los nuevos dueños, siempre de la oligarquía madrileña, como aparceros, figura que ha llegado prácticamente hasta nuestros días en el Parque Lineal. Además, aquellos que se ponían a servicio de un señor estaban exentos de pechar. Una antiquísima forma de desincentivar la iniciativa empresarial para hacer lo contrario con el trabajo por cuenta ajena.
En el siglo XV ya figuran diferentes poblaciones como despoblados en el bajo Manzanares. Perales e Vazalmadrid, Torre del Campo, Ribas e Algarrada, Çalmedina, Cobanubles o Abén Crespín, entre otros, son algunos de los núcleos poblacionales del antiguo campo de la ciudad que quedaron sin almas al finalizar la Edad Media. Concejos secundarios que hoy podemos situar con más o menos suerte en lo que es el Parque Lineal del Manzanares.