Las evidencias del paso del hombre de neandertal por los valles del Manzanares y del Jarama son muy numerosas, sin embargo sus restos óseos son prácticamente nulos en Madrid, con sólo un molar hallado en La Pinilla y cuya pertenencia a este Homo no es del todo clara. A pesar de ello son la especie fósil humana más conocida y con más yacimientos en Europa, lo que nos permite rastrearla con gran precisión.
El neandertal era un homo típicamente europeo, perfectamente adaptado al frío, de cuerpo robusto y con una capacidad craneal ligeramente superior al sapiens, que convivió con él y con el que incluso pudo llegar a hibridarse -hipótesis prohibida hace tan sólo unas décadas- acabando finalmente por extinguirse hace unos 27.000 años. Su misteriosa existencia como especie humana se inició hace unos 230.000 años. La causa de su desaparición sigue siendo un misterio, aunque la competencia con el sapiens, que se iba extendiendo por Europa desde su África natal, pudo influir.
A lo largo del Paleolítico el hombre fue perfeccionando la técnica para la explotación sistemática de los recursos líticos de los que disponía, obligado por unas mandíbulas débiles y poco adaptadas. De hecho, si por algo destaca la estirpe humana es por carecer de órganos ultra-especializados, algo perfectamente suplido por su cerebro altamente cognitivo -muy receptivo con los estímulos sensoriales- y su capacidad para crear e interpretar elcomportamiento simbólico, clave moderna de nuestra evolución como especie. Desgraciadamente las huellas del comportamiento humano son etéreas y en la mayor parte de los casos se han perdido, lo que nos dificulta saber si el resto de especies humanas también lo tenía.
Atapuerca nos ha dado mucha información sobre la forma de vida pre-neandertal. El 90% de los restos fósiles mundiales del Homo heidelbergensis son de Atapuerca, probablemente el yacimiento pleistoceno más importante de la Tierra.
Los neandertales debieron ser grupos cimentados por lazos de parentesco, igualitarios, unidos por relaciones solidarias encaminadas a asegurar la supervivencia del clan. Eran cazadores y recolectores, aunque no despreciaran la carroña de grandes mamíferos, como ya hemos visto en Arganda.
Al igual que el sapiens, tenían hueso hioides, lo que les permitiría, a diferencia del resto de animales, hablar. Sin embargo su laringe estaba más alta que en el sapiens, lo que probablemente les permitiría un número de fonemas más reducido. La posición tan baja de la laringe es una característica exclusiva del H. sapiens, si bien sus bebes carecen de ella, siendo adquirida posteriormente junto con el riesgo de atrangantarse y morir asfixiados.
Así, parece seguro que emplearan algún tipo de lenguaje. También sabemos que enterraban a sus muertos y cuidaban de sus enfermos. Existía, por tanto, el simbolismo en sus vidas, algo profundamente humano, y que ha quedado patente en la Sima de los Huesos de Atapuerca con sus antecesores heidelbergensis.
Tal vez el neandertal haya sido la especie humana más injustamente tratada. Tradicionalmente fueron considerados animales brutales, más próximos a los grandes monos, negándose la relación directa con nuestra especie y con cualquier signo de inteligencia. Se les asignó una brutalidad que nunca fue demostrada.
Las razones para esta ceguera científica probablemente fueron múltiples. Desde una moralidad racista, latente en las sociedades del XIX, hasta el peso de la religión en nuestra cultura, incapaz de asumir que un ser humano tan distinto morfológicamente hubiera sido creado por la misma gracia divina.
Es precisamente su aspecto, que difiere sustancialmente del nuestro al evolucionar en un entorno geográfico aislado, lo que nos abocó a conclusiones precipitadas. El H. neanderthalensis posee un cráneo de capacidad incluso superior al sapiens, con un arco supraorbital muy marcado que sustituye como anclaje muscular a nuestra barbilla, de la cual carecen. Eran de mandíbula adelantada y de frente huidiza, casi inexistente, compensado por un cráneo muy alargado hacia atrás, con un característico bulto llamado «moño occipital«. De extremidades más cortas,bajos y muy corpulentos, conservaban así mejor la temperatura interna, desarrollando una fuerza que debió ser la mayor de todo el género Homo, perfectamente adaptados al clima y entorno europeo.
El capricho de la deriva genética y la selección de la pura adaptación, les dotó de un cuerpo y un cráneo muy distintos a los estándares sapiens, que evolucionaron aisladamente en África. Nuestro cerebro creció marcadamente hacia arriba, dotándonos de amplias frentes y cráneosglobosos, casi redondos, con ampulosas barbillas y ojos sin rebordes óseos. Todo un estándar de belleza sapiens del que nos es muy complejo a veces desligar nuestra razón.
Los neandertales construyeron sus herramientas líticas siguiendo técnicas más complejas, como la Levallois, y diseñando útiles de tamaño más reducido basados en lascas, como raederas, raspadores y denticulados. Se trataría de la industria delPaleolítico medio, o Modo Técnico 3. Para más información sobre estos modos y herramientas conviene consultar el capítulo que le hemos dedicado en exclusiva.
Hoy sabemos que los neandertales fueron la primera especie humana en generalizar el uso del fuego y también sabemos de la existencia de solidaridad social en sus clanes, ya que hemos encontrado individuos con antiguas lesiones incompatibles con una mínima movilidad o incluso, como el heidelbergensis de Atapuerca «Miguelón«, que ni siquiera podrían comer por sí mismos. A este heidelbergensis, ancestro neandertal, alguien le debió masticar los alimentos durante años para que no muriera.